Hacía un día de perros, frío y lluvioso en Badalín, la zona de la Gran Muralla más cerca de Beiing.No importaba que no llevaramos impermeable porque en cuanto se abrío la puerta del autocar apareció un vendedor con estas capas de plástico azules.Imposible avanzar mucho por la Muralla, entre el gentío, los enormes charcos que se formaron y el peligro de que te sacasen un ojo con el paraguas.Casí todos nos refugiamos en un restaurante con tienda donde un buen té nos dejó nuevos.
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